Madura con calentura

Desde que la conocí, tuve la certeza de que algún día me la cogería. Era una mujer ya madura, con un cuerpo excepcionalmente hermoso. Sus tetas eran grandes y conservaban la textura y dureza de la juventud. Sus nalgas también eran apetecibles y se veía que sabía mover el culo de una manera magistral. Tenía una mirada que brillaba de lujuria y quizá fue el brillo de sus ojos claros lo que me atrajo de ella por primera vez, o quizá los labios gordezuelos de su boca grande, que se antojaban para meter la verga en ellos.

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